Apenas un mes iniciada la estación sonrojada, como diría el poeta, el cambio del paisaje que rodea la vieja heredad es una sorprendente concatenación de movimientos naturales.
Los pájaros hacen su peculiar migración hacia tierras más bajas, y tan solo el buitre y un puñado de cuervos aprovechan la soledad de las montañas, para nutrirse de carroñas.
Las hayas imprimen colores varios de naranjas, cobrizos y marrones tenues en las hojas, que débiles, caen como copos de nieve.
Los venados pierden su cornamenta, las salamandras salen en la noche con su cuerpo pegado al suelo, que gelatinoso estiran ante el peligro de una pisada.
En la Cabaña, a la entrada, una alfombra de hojas esconden un nido arrastrado por el viento.
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