Sorprendente, y no es para menos. La noche ha sido un auténtico vendaval, ha caído nieve sin cesar desde antes de las once. Esta mañana el paisaje es maravilloso, hay más de veinte centímetros de una nieve que como dicen los niños parece nata.
En efecto, es la nieve primavera, táctil, suave, esponjosa, que ha cubierto la chimenea dejando una agradable silueta, con el humo circundando en redor y formando un halo.
El día en la cabaña, sirve de provecho para deslizarse sobre las pendientes en trineo, hace sol, y aunque el viento es áspero en orza, se disfruta de una jornada dominical casi sin precedentes.
Hoy no hay viajeros, y en familia la comida es una alabanza al buen hacer de la gastronomía canaria. Papas arrugás, gofio y el delicioso café especial de Sayago.
No es un domingo cualquiera, y la sobremesa es compartida en una hamaca, con un fuego, con una gran mujer, y una progresiva siestecilla.
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