lunes, 16 de julio de 2007

...Y ME DIJO: TE AMO

Compartimos la ilusión del fin de semana en la Cabaña de Pepe. Ricardo, enamorado de la naturaleza en estado puro, elegió un lugar a las claras sorpresivo.

Yo vivo en ciudad, no piso más que asfalto. De casa a la oficina, de tiendas en Uría, y de noches en el antiguo. Conocí a Ricardo hace tres meses. En este tiempo me ha hecho conocedora de una vida más allá de la ciudad. Hemos visitado caminos y pueblos que desde el epicentro de una ciudad suenan a rural, ese término que nos cae un poco bajo desde el orgullo señorial de una capital como la asturiana.

Enamorados los dos, tomamos las curvas y subidas que nos conducen a una vieja cabaña. Ha sido palpitante. El calor tan directo que caía se templó en el interior con una piedra adormecida, una maderas veteadas de años, una inveterada imagen de calidad y clase. Acostados bajo el velo de una cama, nos miramos. Supimos que éramos sabedores y agraciados de pertenecer a ese Heritage.

Una mirada cómplice turbó mi paciente espera. Le deseaba tener en mis brazos. Un susurro al oído esculpió una trémula animación en mis pies. Mirando al techo, vi unas viejas vigas, y oí: Te amo, Julia.

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