jueves, 9 de agosto de 2007

NACIMIENTO DE LA ORDEN DE LOS CABALLEROS Y DAMAS

El próximo 11 de agosto, a las 17:00 hora local (GMT + 2 h), tendrá lugar la firma del acta constituyente de La Orden de los Caballeros y Damas de la Cabaña de Pepe.

Se culmina así una exigencia marcada por la apuesta de una singular valoración de la cultura, la tradición, y el arte.

Esta firma es el vivo deseo del progreso en el saber. Un protocolo que ensalza desde ya, unos valores engendrados en un conjunto de manifestaciones, que expresan la vida tradicional de un pueblo: ASTURIAS HERITAGE.

El camino del conocimiento no conoce descanso. Y desde la tierra heredada, desde las rocas que manan historia, se aunan los esfuerzos y se juntan las manos en una rúbrica promotora en pro del bienestar y deleite tradicional, artístico y cultural.

asturiasheritage@gmail.com

EDICIÓN LIMITADA


La oferta que estos días el paisaje nos ofrece, es irrepetible. La estancia en la cabaña es una experiencia sin igual, demasiada corta. Es la conclusión de J. Cabrero, quien pasó unos días en la montaña.

El paisaje se estabiliza, la hierba ya no se renueva como hace dos meses, las hojas más débiles amarillean, flaqueando el color, y la luz se pierde en minutos diariamente.

Las visitas nos presentan grandes momentos. Un merecido recuerdo para Rebeca G. quien deja un pose talentoso, y ofrece una agradable convivencia al borde de un café.

Es una hermosa tarde de sol. El viento refresca una conversación vespertina, y en el horizonte, más nítidas que nunca, las Ubiñas inmortalizan las bellas formas que no distraen.

asturiasheritage@gmail.com

sábado, 4 de agosto de 2007

CAMINANDO SOBRE LAS NUBES


Ayer, en el atardecer, vi una sombra llegar, llegar, acercarse, atraparme, y tal me engullese dejarme un olor de brezo, de manzanilla, de caliza y humedad. Me atrapó. Sin dejarme observar, se fue.

Alejada, se posó sobre las praderías de las laderas, y con inusitada calma reposó a los pies de la caliza.

Su perfecta estanquidad, enterró por momentos gloriosos el valle. Al horizonte, las cumbres vigía de la cordillera, sonrojaban aún la vergüenza de ver pasar al sol.

El límite visual es el brindis de un suave atardecer. El añil afinado es una fusión del cielo y la tierra, de la tarde y la noche.

La amplitud de un mar en tierra adentro, nos deja embriagados de un salitre especial.

Caminamos sobre las olas con el mirar de la pupila. Es una mar en calma, de callados silencios,
de olvidados lirismos...

No estamos sobre el mar, nos hallamos por encima de él. Y estáticos, navegando tierra a dentro las olas de nubes bajas nos cubren de emoción...