Aún sin terminar el mes, éste ha sido sin duda el más pluviométrico del presente invierno. Terminaba el mes de enero con un viento huracanado del suroeste que en tan solo una noche roló a norte y comenzó a nevar.
Las sucesivas nevadas de principos de mes no han llegado a igualar una nevada caída en el año dos mil cinco. Sin embargo, más de setenta centímetros de media no son baladí teniendo en cuenta que aún hoy se conserva un agradable manto blanco.
Han sido numerosos los animales salvajes que han perecido. Venados, corzos y jabalíes, las víctimas. Una selección de lo más genuina para perpetuar al más fuerte de la especie.
También aves desprevenidas sucumbieron al furioso febrero. Un petirrojo aparecía congelado sobre la solera de una ventana.
Entre la hierba se aprecia el nacimiento de futuros tulipanes y narcisos, pero deberán esperar a una propicia primavera. Los bulbos emergen y la nieve les anquilosa.
En este tiempo riguroso se pone a prueba la capacidad calorífica de las maderas. El fresno se impone al haya con viveza y sin duda rompe atavismos muy ligados al castaño o al roble.
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